Nuestro sistema actual, el capitalismo, lleva desarrollándose desde hace décadas en todo el mundo y ha logrado convertirse en el primer sistema global de la historia, favoreciendo así la conexión entre diversos países, tanto para la compra como la producción y venta de productos, bienes y servicios. El sistema se basa en la creación de un mercado que se regularía a través de la propia oferta y demanda de los consumidores. Es decir, las empresas crearían más trabajo según creciera la demanda de sus servicios, para poder hacer frente a dicha demanda con toda la oferta que pudieran. Dentro de un mismo sector, las empresas competirían libremente entre ellas por ofrecer los mejores productos al cliente. Se penalizarían así los monopolios y oligopolios, situaciones en las que una empresa obtiene un control total o casi absoluto de un sector, sin apenas competencia. Todo esto sobre el papel, claro está, porque en la realidad, el capitalismo ha creado un sistema desigual que cada vez está teniendo más problemas para mantenerse.

Ideado como una fórmula de crecimiento rápido y efectivo para cualquier sociedad, el capitalismo ha llegado a un punto peligroso en el que, a pesar de que cada vez hay más potenciales clientes, también hay más empresas compitiendo entre sí y ofreciendo servicios y bienes que, en la mayoría de los casos, no son imprescindibles. Sin embargo, a través de publicidad y el marketing, estas empresas han logrado generarnos ciertas necesidades artificiales que favorecen, de hecho, un consumismo banal y cuestionable en el que no nos paramos a pensar si realmente estamos comprando lo que necesitamos, lo que queremos o lo que nos quieren vender a toda costa. Este consumismo desaforado tiene otra gran consecuencia nefasta, la destrucción del entorno y buena parte del medio ambiente a través de la extracción de materias primas y su transformación a través de los medios de producción. El planeta está llegando a un punto de no retorno en este sentido, pero el consumismo parece complicado de parar, o al menos así lo parece viendo estos interesantes documentales que podemos encontrar en Netflix.

Sociedad de consumo

En esta serie documental de tan solo cuatro capítulos se nos muestran los estragos que el consumismo banal está dejando en nuestra sociedad, a través de cuatro ejemplos paradigmáticos: el plástico descartable, los cigarrillos electrónicos, el maquillaje falso y los muebles baratos. Todos ellos productos que son derivados de otros, con menor calidad o como alternativa supuestamente más “equilibrada” con el medio ambiente, pero que suponen un ejemplo perfecto de cómo el ser humano ha ido desarrollando necesidades totalmente artificiales solo para cubrir esos sectores de consumo que deben sobrevivir. El ejemplo del cigarrillo electrónico es realmente sorprendente puesto que deriva de una droga, el tabaco, que sigue siendo una de las pocas legales en todo el mundo, sobre todo gracias a los beneficios que deja tanto para las empresas como para el propio gobierno en impuestos.

The Game Changers

Tal vez no hayas oído hablar de este documental, pero si te decimos que lo ha dirigido nada menos que James Cameron y lo ha producido el propio Arnold Schwarzeneger, seguramente comience a llamar tu atención. En The Game Changers se nos cuenta la historia de varios atletas profesionales de alto nivel que decidieron, en un momento de sus vidas, apostar por el vegetarianismo o incluso el veganismo como forma de alimentación. Estas tendencias, muy de moda en los últimos tiempos, han sido cuestionadas desde muchos sectores de la nutrición, pero defendidas por otros. No se trata solo de tener una alimentación más sana, sino también de respetar más a las demás especies y a nuestro propio entorno, bajando la huella de carbono.

The Game Changers trata de demostrar cómo estos deportistas de élite consiguen adaptarse a esa nueva forma de alimentación sin que su energía y su vitalidad decaiga en ningún momento. Entramos aquí en la necesidad de utilizar ciertos suplementos de vitaminas, que en algunas dietas veganas no se encontrarían de forma natural, o en la defensa que se hace de este tipo de alimentación, algo  más emotivo que racional. Pero sin duda, el documental es un interesante punto de vista sobre una industria, la de la alimentación, que a lo largo de estas últimas décadas se ha ido convirtiendo en una verdadera productora de todo menos de alimentos sanos, y que está provocando que el nivel de obesidad sea cada vez mayor en buena parte del mundo desarrollado.

The Great Hack

Nos ha pasado a todos. Entramos en una página concreta y nos salta un mensaje con un montón de párrafos y advertencias sobre las famosas “cookies”. Damos a Aceptar sin pensarlo, como cuando instalamos alguna app en nuestro teléfono, sin mirar siquiera los permisos que estamos otorgando. Y luego, claro, vienen las consecuencias. El uso de datos de forma inapropiada por parte de estas apps, plataformas y redes sociales es un tema candente desde hace años, pero el escándalo de Cambridge Analytica, que utilizó datos de forma ilegal para “conocer” mejor a los posibles votantes en unas elecciones y tratar de manipular su pensamiento y su voto con noticias relacionadas, tweets y opiniones de todo tipo, provocó el grito de alarma de toda la comunidad de Internet.

La privacidad quedó muy atrás en la era en la que todos llevamos encima un dispositivo por el que es muy fácil geolocalizarnos, y utilizamos gustosos aplicaciones que toman nuestros datos, incluso escuchan nuestras conversaciones privadas, y modifican su entorno virtual para “adaptarlo” a nosotros, pero también a lo que más le conviene a las marcas más poderosas. El documental The Great Hack nos hace replantearnos todo lo que sabemos sobre nuestra privacidad en Internet y seguramente, tener mucho más cuidado a la hora de aceptar tan a la ligera las condiciones y términos de uso de la siguiente app que nos instalemos.

Minimalism

Este interesantísimo documental nos muestra cómo es la vida de aquellas personas que, por una u otra razón, decidieron despojarse de casi todos sus bienes materiales y vivir mucho más frugalmente, casi con lo puesto. Minimalism incide en esa tendencia, muy conocida en los últimos tiempos, de tratar de vivir con pocas cosas en casa, con menos ropa, con menos electrodomésticos, bajando nuestra huella de carbono y tratando de conseguir que nuestra vida esté menos apegada a lo material. Siempre se dice que no es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita, y a través de esta teoría son muchos los que han abrazado el minimalismo como forma de vida para sentirse más libres.